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Tuesday, November 16, 2010

La peor generacion de padres e internet













“Hemos sido la peor generación de educadores”, afirma José María Marco Ojer, profesor de filosofía, padre de dos hijos y Premio nacional de innovación docente a través de materiales por Internet“Los que ahora estamos en la cuarentena fuimos demasiado permisivos, hicimos de los niños los verdaderos reyes de la casa. Por suerte, las generaciones más jóvenes están cambiando de actitud”.

Nuestro país, explica Marco, venía de un contexto político y vital que promovía una educación muy rígida, y pasó después, por un efecto pendular, al extremo contrario, al de la excesiva permisividad. Ahora tendemos más a buscar el término medio, “lo que está comenzando a percibirse en los padres más jóvenes, que son más exigentes con sus hijos y les dicen en más ocasiones que no”.

Y este cambio de mentalidad es de doble dirección. Porque si de una parte se ponen límites a los chicos con más frecuencia, hay otros aspectos en los que los padres son más tolerantes. Un buen ejemplo son las nuevas tecnologías, que ya no son observadas como negativas en sí mismas: hay progenitores que entienden que un uso moderado de los videojuegos puede ser positivo o que fomentan que sus hijos tengan relación con el ordenador cuanto antes. Lo que resulta socialmente útil, subraya Marco, ya que Internet nos ofrece herramientas que deberíamos tomar en consideración: “tanto los adultos como los adolescentes confunden Internet con diversión y simplicidad. Lo que intento es que los alumnos vean la red como instrumento de trabajo, de posibilidades de opinión, etc”.

Algo en lo que coincide Pedro Molino, coordinador de tutores de la Universidad de Padres impulsada por José Antonio Marina: “Internet es una creación cultural y tecnológica que tendremos que gestionar con inteligencia social. La educación no puede estar de espaldas a la realidad”. En este sentido, Molino señala que el niño puede aprender tanto con estímulos lentos como rápidos. Todo dependerá “de su entrenamiento y de su motivación por lo que aprenda: libros y videojuegos educativos tienen ritmos diferentes, pero ambos pueden ser valiosos”.

Pero esa aceptación de las nuevas tecnologías también implica nuevos peligros formativos. Uno de ellos tiene que ver con la apuesta por los materiales didácticos fluidos y poco densos en detrimento de los libros del pasado, más complicados, lo que puede estar formando a estudiantes que se exigen poco a sí mismos y que no reparan más que en lo fácilmente inteligible. Marco niega estas tesis, en tanto “los alumnos del siglo XXI son alumnos de la imagen, de la interactividad y de la Red. No podemos captar su atención sobre un tema que les interesa poco o nada si además les queremos trasmitir esa información en un soporte que también rechazan”. Por eso, los nuevos recursos, más ágiles e interactivos, “tienen que utilizarse para llegar al mismo lugar: las ideas o los contenidos de cada materia”. Pero esto, subraya Marco, no implica una opción excluyente, ya que tanto los libros como las fuentes que podemos encontrar en la red, “que también las hay densas y que exigen mucho esfuerzo intelectual”, nos pueden ser útiles. La ventaja del ordenador es que “un alumno se siente mucho más cómodo frente a él que ante un libro tocho, aun cuando los contenidos tengan el mismo nivel de complejidad”.

Evitar el esfuerzo

El segundo problema está relacionado con la facilidad con que se encuentra la información en la red y con las posibilidades que los sistemas digitales ofrecen para evitar el esfuerzo. Como afirma Fernando Miralles, profesor de psicología en el CEU, es frecuente que el alumno que esté realizando un trabajo introduzca una palabra en el buscador y copie y pegue párrafos de la primera web que encuentre. Lo cual ofrece dos grandes inconvenientes, el de fiabilidad de la información y el de la escasa dedicación: “Ya no sólo se trata de que copie lo hallado en páginas que hasta tienen faltas de ortografía, sino que puede recurrir a webs como el rincón del vago, donde están los trabajos ya hechos: sólo tiene que ponerles su nombre”. Por eso, Miralles insiste en la necesidad de supervisión de padres y profesores cuando se utilice Internet.

Sin embargo, los recursos que nos ha traído el mundo digital no sólo nos llevan a un contexto de devaluación del esfuerzo; también nos pueden conducir a lo contrario. Porque si hasta la fecha el problema consistía en que los conocimientos no estaban fácilmente disponibles, en la actualidad y gracias a la red, todo parece estar al alcance de nuestra mano. El lado negativo de tan amplios recursos es que no nos aparecen organizados por criterios de calidad: podremos contar con muchísima información, pero sólo si somos capaces de diferenciar lo que vale de lo inservible. Por eso, asegura Marco, “la enseñanza actual debe estar orientada a formar la capacidad crítica, la capacidad de análisis y la selección de contenidos.

"El profesor actual no puede limitarse a transmitir unos conocimientos”. Insiste en ello Pedro Molino, quien subraya cómo “enseñar a pensar y a razonar es algo que no puede copiarse porque depende de un diálogo educativo imprescindible. Debemos recuperar una interacción positiva entre el profesor y el alumno y entre los propios alumnos en el trabajo en equipo. Investigar en la escuela es plantearnos hipótesis, buscar información, comparar y sacar conclusiones”.

Con un ordenador basta

El otro asunto central en cuanto a las opciones educativas de la red es, sin duda, el del control. Dados los riesgos que la utilización de Internet puede conllevar, Miralles recomienda que se pongan límites: “el niño no ha de tener un micromundo en su habitación. Hay muchas familias que permiten a los chicos tener de todo (televisión, equipo de música, ordenador con acceso a Internet) y hacer lo que quieran: llegan, cierran la puerta del cuarto y no salen de allí. Y eso no es educativo, por muchas razones”. Miralles señala, en ese sentido, la utilidad de que en casa “haya un solo ordenador en un sitio accesible a todo el mundo” y que los chicos trabajen siempre con supervisión: “nada de conectarse a Internet con la puerta del cuarto cerrada”.

Marco también recomienda “que los padres estén presentes, que se controle el tiempo frente al ordenador y que se utilicen navegadores adaptados a la edad para evitar que entren en determinadas páginas”, pero, al mismo tiempo, es un decidido partidario de la utilización de las ventajas digitales. “Si tienes un ordenador en casa, está bien que los niños comiencen a utilizarlo cuanto antes”. Porque hay peligros en Internet, pero “al igual que en resto de aspectos de la vida. La diferencia está en si los padres saben dotar a sus hijos de recursos, de modo que puedan ir soltando cuerda y éstos sean cada vez más autónomos”.

En ese sentido, el problema es que quizá estemos reparando en exceso en el medio y mucho menos en el objetivo final, que no es otro que educar bien. Y eso implica, asegura Marco, ofrecer a los chicos una formación académica sólida, pero también proporcionarles normas, valores y principios. Porque “es verdad que los alumnos llegan a la universidad con niveles muy bajos pero para solucionar eso no basta con reparar en los contenidos. Hay que empezar desde los primeros años, dándoles una educación que les haga sentirse confiados en sus capacidades, que sepan que van a poder superar los problemas a los que se enfrenten. Y eso es muy importante en un mundo como el nuestro, donde las cosas cambian muy deprisa: los chicos de bachillerato ya ni siquiera entienden lo que hacen los de primero de la ESO”. Una habilidad con la que, sin embargo, no cuentan nuestros adolescentes, criados por padres permisivos: “se creen el centro del mundo y lo van a pasar mal cuando, por ejemplo, un jefe les marque unos límites”.

fuente:
http://www.elconfidencial.com/

Friday, August 6, 2010

El educador manyanetiano



















Algunos educadores están muy preocupados y se sienten desbordados en sus atribuciones porque la familia esta perdiendo influencia en la educación de los hijos. Para el educador que conoce la espiritualidad y el carisma de san José Manyanet esta situación ni es nueva ni le produce sorpresa.

El Padre Manyanet (1833-1901) abrió colegios porque estaba preocupado por la situación de las familias y la educación de los hijos. Sabía que muchas familias sufrían una gran crisis de valores, financiera, religiosa..., y se propuso educar la mente y el corazón de los niños y jóvenes para ayudar a sus familias y plantar la semilla de una sociedad más justa y solidaria.

Por eso, el educador manyanetiano instruye pero al mismo tiempo educa. El maestro ayuda a sus alumnos a descubrir la inteligencia y habilidades que tienen y, también, les muestra que es el modo como utilizamos nuestra inteligencia y habilidad lo que realmente nos humaniza o deshumaniza.

Friday, June 25, 2010

No se puede educar a la persona sin conocerla antes

"No deberíamos afrontar la crisis económica sin tener en cuenta la crisis cultural y espiritual que nos afecta hoy". Estas palabras fueron pronunciadas por Benedicto XVI durante la Asamblea General del Episcopado Italiano, que tuvo lugar a finales de mayo del 2010 en Roma.

El discurso del Papa giro en torno a la educación de los jóvenes porque este es el tema que los obispos habían escogido para la conferencia. En su alocución, Benedicto XVI reconoció la dificultades con que se topan los educadores en una cultura donde lo que importa no es el "nosotros" sino satisfacer las necesidades del "yo" a menudo en conflicto con el "tú". Frente a esto, el Papa fija la atención en la sed de sentido de los jóvenes y en su deseo de vivir unas relaciones humanas que les ayuden a no sentirse solos ante los retos de cada día.

El Papa deja muy claro en su discurso que no se puede educar a la persona sin conocerla antes. Por eso, el educador debe ser humilde y aprender a conocer a la persona que tiene delante. Por supuesto, el Papa no está hablando solamente de enseñar unas asignaturas sino de "educar".

A mi modo de ver, es de agradecer que el Papa recupere al educador como una pieza clave en la solución a la crisis económica, cultural y espiritual que vivimos. También me parece acertado que el Papa relacione la crisis económica con la crisis cultural y espiritual que azota especialmente a los países más desarrollados. Y lo mejor de todo, es que llame la atención de los educadores para que conozcan a la persona antes de educarla o, si se prefiere, durante el proceso educativo.

Esto ultimo va a ser de vital importancia porque el proceso mismo de CONOCER y CONOCERSE ya no se ajusta a esquemas prefijados por ideologías y doctrinas. "Aprender a aprender" no solamente acerca al educador a sus alumnos sino que también abre una nueva vía para solucionar la crisis económica, cultural y espiritual en que nos hallamos.